Parece broma, pero en este país con tantos pobres existe una desigualdad tremenda, y es que en 2009, el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL) estimó alrededor de 20 millones de pobres extremos y unos 60 millones en total en el país. Mientras en un año antes, la publicación digital Sentido Común afirmó que las 39 familias más acaudaladas de México sumaban en total una riqueza de unos 135 mil millones de dólares, alrededor del 13.5% del Producto Interior Bruto, lista que claro, encabeza Carlos Slim.

Este personaje en 2004 se encontraba en la posición 17 mundial, pero increíblemente ascendió a la 4 en 2005, a la 3 en 2006; a la 2 en 2008 y al siguiente año ocupó la posición que actualmente goza. Muchos, si no es que todos, crearon sus fortunas a raíz de las privatizaciones que comenzaron en 1982 en las que se terminó en parte el sistema de partido único y el autoritarismo, lo que dio esperanza a la existencia de ahora sí, un verdadero cambio democrático. Pero no todo fue bueno pues hay luces y sombras en el modelo neoliberal, se ha aumentado la pobreza; existe una gran concentración de la riqueza y por si fuera poco, se han reducido los derechos sociales constitucionales, existe pues no una evolución sino una involución en el aspecto social ya que la globalización y el neoliberalismo han debilitado al Estado de Bienestar.

Parece que éste sistema económico acabará despareciendo de nuestro mapa constitucional muchas de las reformas sociales que caracterizaron al constitucionalismo mexicano postrevolucionario, aumentando por otra parte, la participación indiscriminada del sector privado, lo que ha minimizado en parte al sector social. Y es que la pobreza en algunos lugares de México, se encuentra al nivel de Zambia y los niños cuentan con una esperanza de vida de unos 40 años. Sus grandes enemigos son las gripes, las diarreas y la desnutrición.

La falta de un programa que combata de manera seria estas problemáticas sociales y la crisis de valores morales y sociales por sobre los mercantiles que caracterizan a nuestro modelo económico ha traído consigo los problemas que hoy, lamentablemente, padecemos. Ya lo había advertido el economista y premio nobel Joseph Stiglitz al afirmar que las reformas neoliberales recomendadas a los países en vías de desarrollo por el Fondo Monetario Internacional usualmente no toman en cuenta los desajustes estructurales y los impactos sociales a corto y largo plazo, causando, así lo ha subrayado, a un incremento alarmante de la pobreza y desigualdad que llevan al mundo al borde de un colapso global.