El mundo está en continua transformación, y son éstos cambios, los que organizan (o por lo menos eso intentan) la vida del ser humano en la actualidad. Y es que hoy en día pocos son los que creen conocer estas trasformaciones e investigan acerca de las transiciones que ocurren de un momento a otro. Pero,  ¿Qué tiene que ver la globalización con éstos cambios?

 

Si bien relacionamos a la globalización con un proceso fundamentalmente económico de integración de las distintas economías nacionales a una única economía de mercado mundial, Giddens lo relaciona de igual forma con la idea de que todos vivimos ahora en un mismo mundo. Mi crítica se centra en que debemos distinguir la globalización económica de la idea de “Aldea global” de Mcluhan. 

 

No es sólo la globalización neoliberal la que decide las pautas sociales hoy en día, sino el gran auge de una comunicación integral que nos ha llevado a un rico intercambio cultural. El debate está en la amenaza que éste cambio representa para algunos que la consideran un factor de pérdida en las identidades nacionales y la diversificación y enriquecimiento de las costumbres.

 

Existen diferentes posturas acerca de la globalización.  De acuerdo con los escépticos la economía no ha cambiado en nada a lo visto en las épocas anteriores y si existe este proceso, es completamente irrelevante al orden mundial actual. Por otro lado, los radicales creen que las consecuencias de la globalización pueden verse en todas partes.

 

Un ejemplo recurrente puede ser la unión europea, en donde los Estados han perdido gran parte de su soberanía para el establecimiento de un mismo ordenamiento jurídico que creó la existencia y funcionamiento de sus propias instituciones comunitarias de carácter supranacional e intergubernamental.

Giddens subraya que los políticos han perdido mucha capacidad para influir en los acontecimientos. No es sorprendente que pocos se interesen por la política, ya que en una economía neoliberal el intervencionismo estatal en materia social o económica es considerado contraproducente, haciendo a un lado al Estado y defendiendo el libre mercado. Pareciera que estamos frente a una tendencia a la desaparición del Estado-Nación.

 

Si bien esto es cierto, no significa que el liderazgo de unos cuantos hombres carezca de efectividad en nuestros días. Las políticas de "Shock" mostradas por los Estados y expuestas por Naomi Klein en su libro La doctrina del shock ejercen una dominación sobre los humanos que no sólo funcionan con individuos sino con sociedades enteras.

 

Situaciones como guerras, desastres naturales, ataques terroristas o un golpe de estado crean un estado de trauma colectivo que nos deja en shock. Estos acontecimientos nos llevan a un estado de regresión de la personalidad, haciéndonos más susceptibles a seguir a dirigentes que pretenden solucionar los problemas.

 

Milton Friedman, un destacado economista neoliberal viendo fracasado su proyecto democrático de implementación, comprendió que para colocar sus impopulares políticas era necesario esperar un desastre o crisis para ablandar a la sociedad y así comenzar su incursión de libre mercado con sus políticas más difíciles. La historia del libre mercado no nació, en muchos casos, en la libertad  y democracia ejercida por los Estados, sino en base a esta política ya expuesta. 

 

Giddens relaciona a los escépticos en la izquierda política, especialmente en la vieja izquierda debido a que los gobiernos manejan la vida económica y el Estado de bienestar si estos cambios no son más que mitos. No creo que esto sea necesario, la globalización se viene dando y es reconocida por muchos intelectuales de izquierda, aunque considero que los antiguos regímenes socialistas hicieron gala de ello.  La idea de globalización, sería para ellos, una ideología de propaganda por librecambistas que quieren desmantelar los sistemas de bienestar y recortar los gastos estatales.

 

Considero que no se puede dar una buena propaganda de políticas que lejos de sus logros económicos, causan olas de desempleo y aumentan desproporcionalmente los precios, haciendo la vida más inestable para millones de personas. Es más bien, reflexionando el tema de difusión, un sinónimo de modernidad y cooperación internacional.

 

La creciente desigualdad es el mayor problema que enfrenta la sociedad global, y una de sus causas son este proceso económico mundial; sin embargo, la globalización se esta descentralizando, pues no sólo es de unas cuantas empresas o algunas naciones que mantienen la hegemonía global, sino que estas mismas han ido perdiendo el control de los hechos de los que creían tener poder.

 

El nivel de comercio mundial es hoy mucho mayor de lo que lo ha sido en toda la historia debido a la población mundial, que lejos de causar una catástrofe maltusiana, disminuirá por su propia cuenta a fines del siglo XXI según la ONU. Hoy por hoy, el nivel de flujos financieros y de capitales es mucho mayor al que se tenía en otras épocas, si bien es cierto que la economía actual no tiene paralelo con otras épocas anteriores.

 

Sin embargo, el valor del dinero que poseemos cambia por momentos según las fluctuaciones de los mercados, es decir, dependiendo de las oscilaciones al alza y a la baja que sufren las cotizaciones de los valores con objeto de la negociación de los mercados financieros. Pero, ya que hablamos de una globalización meramente económica, es conveniente decir que también es política, tecnológica y cultural, por decir algunos.

 

La comunicación electrónica altera la textura misma de nuestras vidas. Las características positivas de los medios de comunicación residen en que posibilitan que la información llegue a diferentes lugares del planeta en forma inmediata, además de hacer posible que muchas relaciones personales se mantengan unidas o, por lo menos, no desaparezcan del todo.

 

En el ámbito económico: quien posee el uso de los medios puede generar un determinado tipo de consciencia sobre una especie de producto, es decir, puede generar su propia demanda, ya que los medios muchas veces cumplen la función de formadores de opinión.

 

Las características negativas recaen en la manipulación de la información y el uso de la misma para intereses propios de un grupo específico. En muchos casos, tiende a formar estereotipos, seguidos por muchas personas gracias al alcance que adquiere el mensaje en su difusión. El caso de la televisión en México es muy interesante.

 

En México, la televisión es, en muchos sentidos, mucho más difundida que la prensa escrita y a la vez un somnífero popular. La mayoría de las personas están severamente desinformadas ya que su única fuente noticiosa es la pantalla de televisión, que muchas veces utiliza el poder de la palabra para sus propios intereses.

 

Otro aspecto que encontramos en ella es que desde sus inicios, fue una incansable importadora de programas producidos en los Estados Unidos y promotora de los valores llamados “The American way of Life”, mismos que vulneran las tradiciones regionales y crean una sociedad homogénea muy parecida a lo que dictan las potencias occidentales.

 

Una característica más es su mercantilismo; es una televisión a la que no le interesan las perdidas sociales mientras existan ganancias. Los niños mexicanos son educados por la pantalla pues pasan más tiempo frente al televisor que en las aulas. Son, para las empresas, consumidores en potencia de fácil manipulación.

 

Este problema está aunado a la crisis educacional que se vive en el país. México se encuentra estancado en problemas políticos y sindicales que evitan se avance en cuestión educativa. Existen 40 millones de adultos que no han completado la primaria, mas de la mitad de los jóvenes de entre 13 y 17 años no ingresan a la secundaria y apenas 2 de cada diez alcanzan la educación superior.

 

Los noticiarios establecen una agenda informativa, que lejos de informar, esconde los verdaderos problemas del país, como la pobreza y la impunidad, teniendo como objetivo reducir la visión social del país. Nos explican como hay que afrontar los problemas que existen, brindándonos la opinión de la empresa, que finalmente será compartida por la mayoría de los televidentes. Aunado a esto, la disputa por el raiting obliga a los noticiarios a incluir notas sensacionalistas que carecen de valor informativo.

 

La televisión puede cambiar la visión neutral de los hechos y darnos una interpretación mediática de lo que en realidad sucedió con diversos fines, muchas veces, manipulando la noticia. El uso de la dramatización musical e imágenes televisivas, convierte los acontecimientos en un espectáculo para el miedo y la histeria colectiva. Es tal la influencia y el poder que ejercen sobre las autoridades, que algunas veces éstos últimos se convierten en rehenes de la televisión.

 

La globalización no es sólo un proceso que se viene desarrollando en otros países, sino que también es un fenómeno interno que influye en los aspectos íntimos y personales de nuestras vidas. Los sistemas familiares tradicionales están cambiando, y este es un proceso que no significa una perdida de valores familiares, sino la evolución como consecuencia de los cambios que se vienen desarrollando.

 

¿Estamos hablando de una Revolución global? En cierta forma sí, es una serie compleja de procesos que de una u otra forma y para bien o para mal se están llevando a cabo. Las naciones han ido perdiendo la capacidad de intervención en los grandes problemas que ahora competen a los empresarios para dedicarse a los más superficiales.

 

Como respuesta a la globalización han surgido identidades culturales en diferentes partes del mundo, creando nacionalismos regionales en contra de estas tendencias y de la debilitación de los Estados frente a estos fenómenos. Luego de la caída del socialismo Soviético la globalización ha consolidad una evolución hegemónica creando nuevas zonas económicas dentro y a través de diferentes países.

 

A pesar de que los niveles de crecimiento de la Unión Soviética y los países socialistas eran comparables con los de Occidente hasta comienzos de los años sesenta, estos regimenes fueron incapaces de evitar que la competencia distintiva del capitalismo los rebasara en los años posteriores.

 

Según Giddens, la visión pesimista de la globalización advierte la destrucción de las culturas locales, la ampliación de la desigualdad mundial y empeoramiento de la suerte de los marginados, o lumpen proletarium según el propio Marx. Continúa expresando que muchas personas que no viven en Europa o Norteamérica  (según la concepción anglosajona en la cual Norteamérica es Canadá y Estados Unidos y México es parte de Centroamérica) consideran a la occidentalización un agravio.

 

Con la globalización, se ha descuidado los índices de desarrollo humano, mismos que se han traducido en un aumento a la pobreza. Sin embargo, existe de igual forma un fenómeno de colonización inversa hacia países no occidentales cada vez más común, pero tenue a comparación del otro.

 

La oposición a la globalización económica y elección por el proteccionismo económico es, según nuestro autor, una táctica errónea tanto para naciones ricas y pobres. No puedo estar más de acuerdo con él, el proteccionismo absoluto nos llevaría a un estancamiento en la economía nacional, sin embargo, deberíamos optar en lugar de la competencia económica por la integración y cooperación mundial.

 

Pongo a debate ahora el que las naciones afrontan ahora riesgos en lugar de enemigos. Es verdad, que con el sistema económico mundial se afrontan más peligros si la bolsa cae que si Guatemala invade El Salvador, pero no olvidemos que son estos acontecimientos (y otros) los que determinan las fluctuaciones.

 

Para mí, la enfermedad estadounidense por ver con mal de ojo a los gobiernos de izquierda no ha terminado aún. En America Latina, por ejemplo, Venezuela, Brasil, Argentina, Uruguay, Bolivia, Ecuador, Nicaragua, Paraguay y Chile, se cuanta con gobiernos de tendencia, aunque en algunos moderada, de izquierda.

 

No es de extrañar que en 2002 la National Endowment for Democracy haya enviado grandes cantidades de dinero a la oposición que finalmente serian destinadas al golpe de estado fallido contra el presidente Hugo Chávez. La historia no se equivoca, vivimos una guerra contra la democracia, y su arma más letal son los medios. El gran deseo de los Estados Unidos como gobierno moderno ya no es dominar, sino controlar el libre mercado en los países que quieren separase de la economía global.

 

Las instituciones que llamamos de la misma forma pero que han cambiado se han vuelto inadecuadas para las tareas que están llamadas a cumplir por que ya no buscan las mismas funciones. La evolución hacia una sociedad cosmopolita mundial es tan rápida que los conceptos de nación, tradición y naturaleza no son los mismos.